
por ACOP
Los Juegos Olímpicos son, sin ninguna duda, el evento deportivo más importante del mundo. A pesar de ser escenario de 32 disciplinas deportivas y de tener como principal objetivo la organización de un evento memorable para mantener vivo el espíritu olímpico, su celebración desborda lo meramente deportivo. La ciudad que lo acoge se convierte en la gran capital global de referencia y, aunque constituye un verdadero stress test organizativo y financiero, genera una gran oportunidad de posicionamiento y reputación global para el país y para la ciudad anfitriona.
Por un lado, constituye un reto tanto en la construcción de las infraestructuras como en la capacidad demostrar eficiencia organizativa en la planificación logística para disputar las diferentes disciplinas de forma distribuida en el territorio y alojar, mover y atender a las decenas de miles de atletas y espectadores que vienen de todos los rincones del planeta. Por otro, la nominación como ciudad olímpica genera una gran notoriedad y atención mediática a nivel global, antes y durante la celebración de los Juegos, lo que supone una gran oportunidad de márquetin de ciudad y de marca-país.
Así, si bien los Juegos Olímpicos de verano en París 2024 constituyen –a priori- una gran operación de diplomacia deportiva para Francia, son sobre todo un altavoz para la campaña de comunicación política de la alcaldesa de París Anne Hidalgo, que nada tiene que ver con los objetivos políticos del jefe del Estado, Emmanuel Macron. Los Juegos Olímpicos de París se celebran en un momento de grave crisis política y una gran polarización social ante la pujanza electoral de la extrema derecha. La cita de París llega precedida de unas elecciones legislativas que pueden marcar un antes y un después en la historia de la V República francesa.
La comunicación política y los JJOO de París
Si los JJOO son una oportunidad para la promoción de la imagen-país, también lo son para desplegar una estrategia de comunicación política inteligente.
París, con su alcaldesa Anne Hidalgo a la cabeza, está aprovechando el evento para desplegar una estrategia de comunicación política entorno a unos Juegos Olímpicos sostenibles. La ciudad ha desplegado un relato innovador en el que pretende ser el primer gran evento deportivo con una contribución positiva al clima. París quiere mostrar su liderazgo global como una de las ciudades de referencia en la lucha contra la crisis climática. Así, hace una promesa de valor ambiciosa y coherente con la política de los últimos años al presentar estos Juegos como los primeros ‘climáticamente posi tivos’ y proclamar que van a compensar incluso más emisiones de CO2 de las que emitirán.
Una promesa de valor difícil de medir según el organismo independiente de vigilancia Carbon Market Watch porque han aparecido vulnerabilidades relevantes en el camino, como la alerta máxima en materia de seguridad por la situación en Oriente Medio y el riesgo de atentados terroristas que pueden distraer algunas opciones más sostenibles en logística y organización.
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