martes 09 de julio de 2024 - Edición Nº343

Opinión

Opinión

Carnavalero negativo, nunca positivo

Artículo de Javier Amador, consultor de comunicación institucional


por Javier Amador


Mi titular de hoy lunes pos entierro de la sardina sería algo así como “El Carnaval de Las Palmas de Gran Canaria pone fin a la mejor edición en muchos años”. Sé que esto va a contracorriente de lo que las redes sociales parecen manifestar, al menos si atendemos a los prolíficos usuarios de X (Twitter) e Instagram que han comentado el minuto y resultado de cada acontecimiento carnavalero, uniéndose a los enemigos del ruido y a algún que otro comunicado murguero.


Más allá de lo taxativo de mi primera afirmación, no soy ajeno a los errores cometidos por la organización, que deben ser corregidos, prevenidos o evitados de cara al próximo año. Ha quedado demostrado, en primer lugar, que el Puerto no debe ser el emplazamiento definitivo para la fiesta. También se debe reconocer que el plan de movilidad fue el gran talón de Aquiles, en parte por por la propia ubicación, pero también por una comunicación más que mejorable y por unas decisiones que no consigo entender (p.e.: no permitir el acceso de guaguas y taxis hasta Belén María aprovechando el corte de la GC-1). Lo de los pocos y cutres baños es uno de los grandes borrones de cada año, aunque su mejoría no fuese a acabar con los incívicos.


Antes de seguir con la enumeración negativa, quiero hacer un inciso. Llevo -llevamos- años pidiendo cambios en un carnaval que agonizaba. Y estos han llegado, para lo bueno y para lo malo. Un nuevo equipo tomó las riendas de la organización, desde la gerencia de la Sociedad de Promoción hasta la dirección artística, que pasó a manos de Josué Quevedo. Sería injusto no reconocer que Josué ha traído un soplo de aire fresco y muchos, muchísimos, cambios.


Y ahora seguimos con las quejas. Una de las más extendidas fue la imposibilidad de acceder al recinto principal durante los mejores conciertos. Yo mismo me quedé a las puertas de ver a Elvis Crespo y lo disfruté en la pantalla de la Plaza de los Patos. Esto desde luego no hubiera pasado si Josué Quevedo no se hubiera empeñado en traer un cartel de artistas internacionales como yo no recuerdo. El propio Elvis Crespo, Olga Tañón, Justin Quiles… Claro que te revientan este recinto, como te hubieran reventado Santa Catalina. No contamos con un espacio amplio y alargado como sí tiene Santa Cruz de Tenerife para sus grandes noches.


Luego llegó el gran drama de Manuel Turizo. Y no me refiero a su decepcionante ejecución baladista y sus “chapas” de coach escapado de una taza de Mr. Wonderful. Ante las quejas en los conciertos anteriores y las exigencias de seguridad, se improvisó (sí, se improvisó) una reserva gratuita de entradas. Creo que fue un error, pero me gustaría saber la solución que plantean los que se quejan tanto del modelo de acceso para Elvis Crespo como para
Turizo.


En concursos destaca el gran “patinazo” de las comparsas. No tengo ni idea de qué pasó, ni de quién fue la culpa. Porque entiendo que esa humedad también debería haber afectado a los 23 drags que cinco días antes pasearon sus plataformas por el mismo escenario. Dejando a un lado el expediente X, creo que la organización reaccionó adecuadamente premiando a las 5 agrupaciones, toda vez que no suponía un gran desembolso económico.


Si hay algo que nadie ha puesto en duda de la gestión de Inma Medina a lo largo de estos años, ha sido su apoyo material a los grupos del carnaval, pero había una demanda que no había prosperado hasta este año: el regreso de las murgas infantiles. Una gran noticia de futuro. Sobre las murgas adultas, solo lanzo una reflexión como aficionado: o dejan de mirarse el ombligo o se cargan el formato. Necesitamos menos letras metaconcurso y más mirar hacia los problemas de la calle, menos tostones eternos y más píldoras concentradas de alto impacto.


La Gala de la Reina ha estado en el foco de todas las críticas de los últimos años. Nadie cuestiona que la nueva dirección artística nos brindó una obertura emocionante, la mejor para mi gusto desde el año 2006. Es cierto que el carrusel de candidatas sigue siendo un formato muy denso. Me volví a morir del aburrimiento viendo a unas chicas cargando una carroza durante 3 minutos por el escenario. Para más inri, la mayoría optó por hacerlo a ritmo de balada. Me sobra también tiempo de deliberación y de actuaciones de relleno. Sé que les ofende, pero no pinta nada una actuación murguera en ese momento (en la obertura, como presentación de la familia del carnaval, acorde a las necesidades artísticas sí que fueron un acierto).


La Gala Drag tuvo una obertura muy correcta (aunque se me hace raro la doble aparición del drag queen saliente). Hay acuerdo general en que el nivel de los participantes no fue el mejor, pero es entendible puesto que estamos en un cambio generacional, con una cantera que irá mejorando año tras año. Con el tiempo de deliberación me pasa lo mismo que en la Reina, aunque se agradece que este año se cargaran el formato eurovisivo de otorgamiento de puntos. Y sobre la actuación de las comparsas digo lo mismo que con las murgas, no es el espacio.


Del resto de galas no puedo hablar porque es imposible estar en todo, pero sí que quiero aprovechar para celebrar que todos los eventos hayan sido presentados por talento canario. Somos un carnaval internacional y eso tiene que verse en artistas e incluso en jurados e invitados, pero la conducción de las galas gana en frescura y naturalidad al mando de gente que entiende nuestra idiosincrasia.


¡Y volvieron los mogollones! Esto sí que ha marcado la diferencia y es lo que debe convencernos de que se mueva a donde se mueva la fiesta en 2025, el carnaval de calle es innegociable. El ambiente fue maravilloso, con un dispositivo de seguridad muy tranquilizador (yo no vi ningún incidente, aunque seguro que los hubo), con una programación musical con artistas internacionales y con una segmentación muy acertada por gustos y edades, pero con una fuerte presencia de música latina y orquestas (eso es carnaval). Mención aparte para los chiringays, qué bueno que hayan vuelto.


De los mogollones me quedo con una preocupación y es el sobre la cantidad de piberío de menos de 20 años que no llevaba ni una triste peluca. Son muchos años sin un carnaval de calle a la altura y esta generación no ha mamado la identidad de la fiesta. Es urgente actuar desde los institutos para convencerles de que no disfrazarse no mola. No ayuda a enganchar a la gente joven (ni a los mayores tampoco) una estrategia de comunicación muy flojita, con unos recursos visuales anticuados y unos contenidos muy pobres, que no han estado a la altura de una celebración de esta magnitud.


La Cabalgata casi siempre ha funcionado y este año también ha sido así. Es, sin duda, uno de los elementos diferenciadores de nuestro calendario. Por cierto, por la imposibilidad de atravesar la Plaza de los Patos (por los chiringuitos y puestos de comida), las carrozas entraban desde el comienzo de Juan Rejón, lo que agilizó la salida y permitió la llegada y salida de coches y taxis al Sebadal. Una serendipia de la que aprender para 2025.


Hasta en el entierro de la Sardina se empeñó la nueva dirección artística en innovar, con la mala suerte de que los drones fallaron a última hora. Imperdonable, eso sí, que no se aprovechara la megafonía de Las Canteras para avisar de la cancelación. Pero, ¿qué quieren que les diga? Prefiero estos errores en la novedad que la seguridad que nos estaba hundiendo en el tedio.


También hubo fallos graves en eventos “menores” como el desfile que salió con dos horas de retraso y con las más que justificadas críticas de los grupos. Aunque también creo que algunas murgas derraparon en sus comunicados. Aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid, utilizaron su altavoz para quejarse de un supuesto maltrato durante la Gala de la Reina. Que no digo que sea mentira, pero quizá se debería tener algo de comprensión ante la cantidad de gente que participaba en una obertura complicadísima a nivel técnico. Critican que no les dieran una botella de agua antes de la gala, pero no dicen que jamás los grupos habían tenido un catering (ofrecido por patrocinadores) como el de este año.


En definitiva, un carnaval con más errores que nunca, pero también el mejor carnaval del último decenio. Escribo esto en defensa de la gente que impulsa cambios a riesgo de morir en el intento. Escribo esto siendo justo con lo que he disfrutado este carnaval. Y, sobre todo, escribo esto con el convencimiento de que vale la pena luchar por esta fiesta, sabiendo que hay algunos que quieren sepultarla y que solo venceremos defendiendo la alegría.


Javier Amador
Consultor de comunicación institucional