 
				 
																			por Politican
En el paisaje singular y volcánico de Lanzarote, donde la tierra negra contrasta con el verdor imposible de la vid, nace una historia de perseverancia, respeto por el producto y una visión clara. Bodegas Los Bermejos no es solo una bodega; es el resultado de un compromiso inquebrantable con la excelencia que, botella a botella, ha logrado posicionar los vinos de la isla en los paladares más exigentes del mundo. Conversamos en el podcast “Las Voces” de Proexca con Ana de León, gerente de la bodega, para desentrañar las claves de un éxito que se cimenta en una filosofía tan sólida como la roca volcánica que nutre sus viñedos.
Desde su fundación, Bodegas Los Bermejos ha operado bajo una directriz inamovible que ha definido cada uno de sus pasos. No se trata de una estrategia de marketing, sino del ADN de la empresa. Como explica Ana de León, la bodega comenzó su actividad en 2001 con una misión diáfana: “el único propósito y finalidad y desde el minuto uno siendo esa política y no desviarnos de hacer solo vino de calidad”. Esta declaración de intenciones no era un objetivo a largo plazo, sino un punto de partida. La meta era clara: centrarse en el mercado Horeca y Gourmet, un sector que no admite atajos y donde la reputación se construye sobre la consistencia.
Veintitrés años después, esa misma filosofía sigue intacta. La fidelidad de sus clientes es el mejor testimonio de este compromiso. “Bermejo para ellos es seguridad en la calidad, que saben que no les va a fallar y que siempre está ahí”, comenta de León, resumiendo el sentir de quienes eligen sus vinos. Este respeto por la excelencia comienza mucho antes de que el mosto entre en los depósitos; nace en el campo, con la uva que entregan los agricultores. La bodega se ve a sí misma como una mera custodia de un tesoro que ya llega con un valor intrínseco incalculable. “Con esta joya de uva que tenemos, el único sentido que vemos es hacer un vino de calidad, porque poco podemos hacer en bodega ya para mejorar lo que nos traen nuestros agricultores”, afirma con humildad.
La verdadera prueba del compromiso con la calidad llega en los momentos de adversidad. Los años de cosechas escasas, como el vivido en 2025, ponen de manifiesto la integridad de la bodega. Lejos de relajar los estándares para aumentar el volumen, Los Bermejos aplica un filtro aún más riguroso. Ana de León lo describe con una claridad meridiana: en lugar de pensar que “este año hay poca uva, nos va a valer todo”, la realidad fue la contraria. Se encontraron rechazando uva que no alcanzaba los parámetros exigidos.
Esta decisión tiene consecuencias directas y profundas. La producción se vio mermada hasta ser “apenas un 30% de lo que teníamos el año pasado”. Menos botellas significa un impacto directo en el volumen de negocio y en los ingresos. Sin embargo, para la bodega, la alternativa es impensable. Sacrificar la calidad por cantidad sería traicionar su propia esencia.
Esta frase, pronunciada por Ana de León, resume la dura realidad de una vendimia complicada. Es una decisión que demuestra que el principal perjudicado de una mala cosecha es la propia bodega. “Quiero que ellos entiendan que si no le servimos es porque no tenemos, nuestro volumen de negocios y nuestros ingresos se ven mermados este año”, explica. Esta transparencia es fundamental para gestionar las expectativas de una red de clientes y distribuidores que, lógicamente, demandan un producto al que se han acostumbrado. La escasez, por tanto, no es una estrategia, sino la consecuencia inevitable de mantener un pacto inquebrantable con la excelencia.
Desde sus inicios, Bodegas Los Bermejos tuvo claro que su futuro no podía limitarse al archipiélago. La internacionalización no fue una ocurrencia tardía, sino una pieza clave de su estrategia de negocio desde el principio. La razón, sin embargo, va más allá de la simple diversificación de mercados para garantizar la estabilidad de la empresa.
Para Ana de León, estar presente en mercados internacionales es una forma de mantenerse alerta y competitivo. “El estar en esos mercados nos hace estar despiertos, nos hace estar vivos, nos hace que no nos despistemos, que hay muchos vinos en el mundo”, señala. Competir en plazas como Estados Unidos, Canadá o Japón obliga a la bodega a reafirmar constantemente su apuesta por la calidad, ya que es su principal carta de presentación frente a miles de otras referencias.
Curiosamente, este éxito exterior reverbera de vuelta en el mercado local. Genera un sentimiento de pertenencia y orgullo entre los canarios. “Cuando voy fuera y abres una carta de cualquier restaurante fuera de Canarias y ves un producto nuestro, nos gusta vernos ahí, nos hace sentirnos un poco orgullosos”, confiesa. Esta visibilidad internacional actúa como un embajador silencioso, no solo de la bodega, sino de Lanzarote y de Canarias en su conjunto, despertando la curiosidad por los vinos volcánicos, un concepto que, según de León, “cada vez más” se entiende y valora en el exterior.
El viaje de un vino de Lanzarote a una carta en Osaka o a una tienda en Canadá no se realiza en solitario. Detrás de este éxito exportador, Ana de León destaca un socio fundamental: Proexca. Su papel ha sido crucial, especialmente en los últimos años. “Para nosotros ha sido una ayuda importante el que los vinos de Bermejo se estén recorriendo el mundo”, afirma de manera contundente.
Este apoyo se materializa de formas muy concretas. Gracias a las ayudas gestionadas por Proexca, la bodega ha podido financiar la asistencia a ferias internacionales y las visitas a distribuidores en el extranjero, acciones comerciales de alto coste que son vitales para abrir y consolidar mercados. Pero el apoyo va más allá. A través de programas como Canarias Aporta Islas No Capitalinas, han podido desarrollar una de sus herramientas más potentes: la “Misión Inversa”. Esta iniciativa consiste en traer a distribuidores de mercados estratégicos, como Estados Unidos, a Lanzarote. “Que ellos vengan aquí, que conozcan nuestra isla, que conozcan nuestro producto, nos ayuda muchísimo”, explica de León. Ver el paisaje, entender la viticultura heroica y catar el vino en su lugar de origen crea un vínculo que ninguna reunión en el extranjero puede igualar.
Lo que Ana de León valora especialmente de la colaboración con Proexca es su adaptabilidad. A diferencia de otras ayudas europeas, que califica de “tan cerradas y tan encapsuladas”, las gestionadas por Proexca ofrecen una flexibilidad crucial. El mundo del vino es dinámico: surgen nuevas ferias, cambian los aranceles o aparecen oportunidades imprevistas. La capacidad de modificar la planificación inicial es vital. “Esta ayuda nos permite ir viendo qué va pasando durante el año y que puedas tú modificar la memoria”, destaca.
Esta relación no es unidireccional. Se trata de un diálogo constante. Proexca propone acciones basadas en las necesidades del sector, pero también está muy receptiva a las iniciativas de las propias bodegas. “Nosotros también enviamos a ellos [propuestas] que luego después ellos hacen un testeo con el resto de las bodegas a ver qué les parece”. Este “punto de dinamismo”, como lo define de León, es lo que permite a las empresas canarias reaccionar con agilidad a los vaivenes del mercado global, convirtiendo a Proexca en un verdadero socio estratégico en su aventura internacional.
Entrevista completa: