
por Politican
El Parque Nacional del Teide, coronando la isla de Tenerife, no es solo un imponente monumento geológico; es un pulmón vital y un motor económico para las Islas Canarias. Sin embargo, su estatus de joya natural lo somete a una presión constante, un desafío complejo que requiere una gestión meticulosa y una visión a largo plazo. En el corazón de esta encrucijada se encuentra la labor de profesionales como Gabriel Roca, director de operaciones de Volcano Teide, cuya perspectiva en el programa "A Buenas Horas con José Luis Martín" ofrece una ventana única a los esfuerzos por proteger este patrimonio mundial.
El Teide atrae a millones de visitantes cada año. Esta afluencia masiva, si bien positiva para la economía local, plantea retos significativos. "Hay una economía importantísima que mueve todo esto y el Parque Nacional no es ajeno, está ahí y sufre ese impacto como lo sufrimos todos", afirma Gabriel Roca, enfatizando la dualidad de su función. La sobrecarga turística no solo se manifiesta en el propio parque, sino que se irradia a toda la isla, afectando infraestructuras y recursos. "De hecho, hemos visto cómo se ha radicalizado el tráfico en el sur, en el norte. El Parque Nacional no es ajeno a eso", subraya Roca, ilustrando cómo el desafío del Teide es un reflejo de problemáticas más amplias en el ecosistema insular.
Ante este escenario, la inacción no es una opción. Gabriel Roca celebra los pasos firmes que se están dando para abordar estas problemáticas. Reconoce el compromiso institucional como un pilar fundamental en la estrategia de conservación. "Sí debemos alegrarnos de que el Cabildo, desde que empezó el nuevo equipo, su primer objetivo, uno de sus objetivos importantísimos ha sido no solo avanzar con normas estratégicas que protejan al parque, sino también han aplicado soluciones concretas a problemas concretos", destaca. Esta aproximación bifocal, que combina la planificación a largo plazo con la acción inmediata, es crucial para la sostenibilidad del parque.
Roca menciona ejemplos palpables de estas "soluciones concretas". Se refiere a iniciativas como "el punto de socorro que se montó en La Rambleta o el control que se ha hecho con los senderos, con la policía, no solo ya en el Sendero Telesforo Bravo como estaba antes, sino también en el Sendero de Montaña Blanca". Estas medidas, aunque puedan parecer puntuales, son vitales para la seguridad de los visitantes y la preservación de los ecosistemas más frágiles. La gestión de flujos de personas en áreas sensibles reduce el impacto ambiental y previene accidentes, demostrando una comprensión profunda de las necesidades operativas del parque.
Otro avance significativo, según Roca, es la reapertura de infraestructuras clave. "El propio refugio de Altavista ha llevado tiempo cerrado. Ya en breve yo creo que terminarán las obras", comenta, expresando optimismo. Esta inversión en la mejora y mantenimiento de las instalaciones no solo beneficia a los montañistas y científicos, sino que también contribuye a una experiencia más segura y organizada para todos los visitantes. La voluntad política y la inversión económica son, por tanto, esenciales para traducir las estrategias de conservación en realidades tangibles. "Veo que ha habido un interés muy importante y muy intenso por solucionar eso", concluye Roca, con una nota de esperanza sobre la dirección actual.
A pesar de los esfuerzos institucionales, la gestión del Teide es una tarea que trasciende las capacidades de cualquier entidad única. Gabriel Roca enfatiza la responsabilidad individual como un factor crítico en la ecuación. "Con eso está la responsabilidad de cada uno, ¿no? Por ejemplo, cuando sabemos que hay episodios de nieve, que nadie se para a pensar en esto y todos salimos para arriba", reflexiona, haciendo un llamamiento a la concienciación. Este comportamiento impulsivo, aunque comprensible, multiplica los problemas y pone en riesgo tanto a los visitantes como al propio entorno.
La problemática se agrava con el crecimiento demográfico y turístico de la isla. "Antes la población era 300.000, 500.000, pero es que ahora estamos hablando más de un millón. Por eso, todos los problemas crecen de manera exponencial", explica Roca. Este aumento drástico en el número de personas que interactúan con el parque, ya sea como residentes o como turistas, escala los desafíos de una manera sin precedentes. La basura, la erosión de senderos, el ruido y la alteración de la vida silvestre son solo algunas de las consecuencias de esta presión creciente. "Es una gestión compleja; el Parque Nacional es un elemento extraordinariamente complejo", sentencia, reconociendo la magnitud del reto.
A pesar de estos desafíos, Roca mantiene una perspectiva alentadora sobre el estado general del parque. "El Teide, en concreto, creo que goza de buena salud a diferencia, por ejemplo, de otros ámbitos en la isla", asegura. Atribuye esta resiliencia al "proteccionismo que ha habido durante en el parque nacional como patrimonio natural". Este marco legal y cultural ha generado "un gran respeto, un gran control", lo que ha prevenido una devastación que sí se observa en otros lugares. No obstante, advierte que la complacencia no es una opción, ya que "otros lugares ya completamente devastados" sirven como un recordatorio de lo que podría suceder. Los problemas, insiste, "tienen mucho que ver con los problemas que tiene la isla en general", haciendo hincapié en la interconexión entre la salud del parque y la del entorno insular.
Uno de los debates más recientes y candentes en torno a la gestión del Teide es la propuesta de introducir tarifas de acceso a partir de 2026. Esta medida, que plantea que los residentes en Tenerife y los menores de 14 años podrán acceder de manera gratuita, mientras que los residentes canarios pagarán entre 3 y 6 euros y para los turistas y visitantes no residentes, el precio oscilará entre 10 y 25 euros, busca, en teoría, regular la afluencia y generar recursos para la conservación. Gabriel Roca aborda esta iniciativa con una perspectiva prudente, enfatizando la necesidad de un análisis técnico riguroso. "Yo creo que hay técnicos que han estudiado esta situación de manera muy detallada y entiendo que eso es lo que aconsejan", afirma, delegando en la experticia de los especialistas.
Reconoce que todas las normativas, una vez implementadas, son susceptibles de revisión. "Todas estas normas creo que, una vez implementadas, siempre existe la posibilidad de revisarlas", señala, sugiriendo que la adaptabilidad será clave. La implementación de límites o controles de entrada al parque es vista por Roca como parte de una estrategia más amplia y compleja. "Poner límites a la entrada al parque o poner controles va a referir de una estrategia que no es fácil", explica, subrayando la dificultad inherente a este tipo de decisiones.
La efectividad de las tasas económicas como medida de control es un tema de debate a nivel global. Roca recuerda ejemplos donde no han sido completamente exitosas. "Recuerdo que en Venecia pusieron la tasa de los 100 euros y no funcionó", comenta. Esta experiencia internacional sirve como una advertencia de que "en muchas ocasiones la tasa económica no es una solución única o directa". Si bien puede ser parte de la solución, "tiene que ir acompañada de otras", insiste. La clave, según él, reside en la integralidad de las medidas.
Aun así, Roca percibe un compromiso serio detrás de estas propuestas. "Sí me consta que van a haber intentos serios de generar un control en los parques," concluye. La intención es clara: buscar un equilibrio entre el acceso público y la preservación, asegurando que el Teide pueda seguir siendo disfrutado por las generaciones futuras. La implementación de estas tarifas y su posterior evaluación serán cruciales para determinar si se convierten en una herramienta efectiva o si se requiere un ajuste en la estrategia de gestión de este incomparable patrimonio natural.
Entrevista completa: